Hola!
En esta ocasión les paso un resumen de un fragmento de uno de los capítulos de la Breve Historia de Santa Cruz de Hernando Sanabria.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Formada la clase social de los criollos y
adquirida por ellos la noción de su posición y valer en el seno de la sociedad
indoamericana, el imperio de sus intereses en perspectiva, no pudo menos de
chocar con el compuesto de los intereses hispanos en auge. La pugna de los unos
por obtener las fuentes de riqueza, a las que, como nativos de la tierra, se
creían con mejor derecho, contra la resistencia de los otros que porfiaban en
retenerlas a todas costa, fue la causa primordial que motivó esa lucha larga,
cruenta y azarosa.
Iniciada la lucha, durante los cinco primeros
años, a lo menos, y sentada una que otra excepción local, los insurgentes
manifestaban a las claras que no luchaban contra España y su rey sino contra
las injusticias y los abusos del régimen. Por eso, al amotinarse y tomar las
armas, hacían protestas de fidelidad a Fernando VII. La corriente autonomista,
o independista más bien, vino con el correr de los años y los acontecimientos y
el surgir de los nuevos caudillos con ideas y orientación más definidas.
El primer movimiento de insurrección habido en
esta ciudad fue tramado por un grupo de negros y mulatos que tenían apartada
residencia en el lugar de extramuros hasta hoy conocido con el nombre de Tao.
Era propósito de los tales pasar a degüello a la población blanca, entrar a
saco en sus viviendas y constituir luego un gobierno local propio. Debió de
estallar el 15 de agosto de 1809, pero debelado a tiempo por gracia de un hecho
causal, la justicia del rey y la vindicta pública cayeron sobre los complotados
no sin extremar las medidas de punición, y así acabó todo.
Como es bien sabido, meses atrás del conato de
los morenos, los criollos de Chuquisaca, movidos por cabildo y universidad, habíanse
levantado contra las autoridades reales y enviado sendos emisarios a los
principales centros del Alto Perú, para que en ellos propagasen las ideas de
rebelión sustentadas. Hijo de padre español y
madre cruceña y recientemente doctorado por la universidad de Charcas,
Antonio Vicente Seoane fue el comisionado para tal efecto en la ciudad natal.
En su compañía y con igual cometido vino
otro doctor de Charcas, Juan Manuel Lemoine. Juntos los dos hubieron de
entenderse con algunos que simpatizaban
con aquellas ideas. La labor de los emisarios fue coronada por el éxito, pues,
entre varias otras, consiguieron ganar la adhesión de un militar, el coronel
Antonio Suárez.
Cuando las cosas estaban ya en buen pie,
arribó otro emisario, esta vez de la Junta de Gobierno de Buenos Aires. Era el
capitán Eustaquio Moldes y traía la misión de urgir a los confabulados a que
precipitasen la acción. El movimiento estalló la tarde del 24 de septiembre de
1810, con el amotinamiento de las milicias, la destitución del gobernador D.
Pedro José Toledo Pimentel y el llamado al pueblo para concurrir a cabildo
abierto. Se constituyó una junta gubernamental compuesta por el sacerdote José
Andrés Salvatierra, el doctor Seoane y el coronel Antonio Suárez, quien asumió
al mismo tiempo funciones de comandante de la plaza.
José Miguel Becerra retomó a Santa Cruz asumiendo las funciones de
gobernador que le habían sido acordadas
pro el brigadier Goyeneche, jefe supremo del realismo en el Alto Perú. Becerra
quiso ahogar en sangre el movimiento criollo. En lo que va de mediados de abril
de 1811 a principios de 1813 mandó fusilar o infligir crueles castigos de
escarmiento a los más comprometidos en el alzamiento de septiembre,
disponiendo, además, confiscaciones de bienes, secuestros y otras medidas de
igual índole, destinadas a sembrar el escarmiento, pero en marzo de 1813
Antonio Suárez tomó el mando después de haber tomado la plaza. Meses después
arribaba con título de gobernador extendido por Belgrano, el porteño de
ascendencia flamenca, coronel Ignacio Warnes que vino desde Buenos Aires a
encauzar la corriente de insurgencia
hacia la consecución de una libertad irrestricta con respecto a la metrópoli
española. Fue él quien trajo la novedad de llamar “patriotas” a los rebeldes
criollos, dejando el de “realistas” a los partidarios de mantenerse debajo de
la autoridad del rey hispano.
La población de ascendencia española en sus
dos terceras partes por lo menos, no estaba bien dispuesta a tomar partido tan
radial. Las ideas y los sentimientos antiespañoles, o por mejor decir
antirrealistas, sólo habían podido encarnar entre las clases sociales de menor
valimiento y entre los grupos de ascendencia terrígena o africana, que eran
cortos en número.
Warnes tuvo que emprender, como primera medida
una enérgica campaña civil para acabar con esas prevenciones y ganar adeptos.
Pero estaban aquéllas tan hondamente arraigadas que sólo su tesonera acción y
su encanto personal fueron parte a influir en los ánimos y acreditarle como
caudillo de la nueva cause. Tuvo que recurrir a los hombres humildes, al camba
sencillo y cordial de la ciudad y el campo y al esclavo de color.
Warnes nombrado para el gobierno de Santa Cruz
por Belgrano, que representaba al gobierno de Buenos Aires, estaba llamado a
ejercer autoridad con sumisión a éste. Pero las incidencias de la lucha por
él emprendida o, con más probabilidad,
su exaltado individualismo lleváronle a asumir funciones de autonomía casi
absoluta y, en cierto momento, a negar toda subordinación a quien quiera que
fuese. La republiqueta de Santa Cruz llegó, pues, a ser tal en el más amplio
sentido de la palabra.
Dos campañas emprendió Warnes contra las
fuerzas del rey. Tuvo que actuar en la primera, mal de su grado, bajo las órdenes
del caudillo Arenales que le urgió a unírsele frente al peligro que se cernía
sobre ambos, con la presencia del realista coronel Blanco, y culminó con la
victoria de Florida, alcanzada el 25 de mayo
de 1814. La segunda la emprendió solo, en los meses de octubre y
noviembre del año siguiente, y en ella obtuvo la victoria de Santa Bárbara.
Empañó esta última con crueles medidas inmediatas, como el incendio del pajonal
donde se debatían los heridos del bando contrario, que no eran precisamente
españoles, sino pobre indígenas reclutados a la fuerza por los jefes realistas
Udaeta y Altoaguirre.
El 21 de noviembre de 1816, la división
realista aparecía de improviso en la vega del Pari. Comandábala un cruceño, el
coronel Francisco Javier de Aguilera. La batalla se libró allí mismo, en el
Pari, y fue la más sangrienta que hubo en el Alto Perú durante la guerra
emancipadora. No obstante el valeroso comportamiento de la caballería patriota
comandada por un cruceño, el Colorao Mercado, que puso en fuga a la caballería
del rey, al caer de la tarde la victoriosa hubo de pronunciarse por Aguilera.
Factor decisivo de esta derrota fue la muerte de Warnes, ocurrida en momentos
en que el bravo caudillo alentaba a sus hombres desde la propia línea de
combate.
A principios del año 1824 hubo de estallar la
llamada Guerra Doméstica, que dividió a los realistas en dos enconados bandos:
El liberal, que encabezaba el general Valdez, y el absolutista, que tenía por
jefe supremo al general Olañeta. Aguilera, que había tomado partido por este
último, volvió a Santa Cruz, pero sólo de paso, para dirigirse a Cordillera, en
donde uniéndose a Mercado, y otros guerrilleros patriotas, debía asumir el
mando para marchar sobre Chuquisaca. Sabido es que en esta Guerra Doméstica
casi todos los montoneros alto peruanos se plegaron al bando absolutista e
hicieron causa común con él.
El 14 de febrero de 1825 se hace el
pronunciamiento de Santa Cruz por la Patria y la proclamación de la
Independencia, a iniciativa del cabildo y por la acción de los patriotas
civiles José Reyes Oliva, Nicolás Cuéllar, José Vicente Suárez, José Ignacio
Méndez y otros.
Antonio Vicente Seoane y Vicente Caballero
salieron electos como diputados para resolver los destinos del pueblo alto
peruano, cuyas opiniones eran ya conocidas como favorables a la formación de un
alto Perú independiente, con toda la jurisdicción de la antigua audiencia de
Charcas.
Sebastián Ramos, gobernador de Chiquitos, se
negó a rendir armar y someterse a la patria, había buscado protección de las autoridades
brasileñas de Matogrosso y, a cambio ofreció la entre de Chiquitos al imperio
de los Braganzas. Cierto comandante Araújo no tardó en ocupar el territorio
hasta llegar a San José pero el gobernador Videla lo hizo retroceder.
Al mes de pasado aquello, se reunió en
Chuquisaca la asamblea convocada por el vencedor de Ayacucho, mas sin que los
diputados de Santa Cruz pudieran estar presentes. Eventualidades de distancia
retrasaron su incorporación, en tanto que los diputados de las provincias altas
discutían aún la formación del nuevo estado. Cerradas las deliberaciones con el
triunfo de los independistas, el presidente de la asamblea sugirió de que no se
hiciera aún la proclamación solemne mientras no estuvieran presentes los
representantes del pueblo cruceño. En virtud de este acuerdo el solemne acto no
se verificó hasta el 6 de agosto, día en que Seoane y Caballero habiéndose
presentado en sala, pusieron de manifiesto las instrucciones recibidas, y en
tal sentido emitieron su voto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario